Depositemos
residuos orgánicos en un huacal de madera colocando previamente en
el fondo del mismo una arpilla extendida
para
evitar que los residuos se desparramen por las aberturas
de las rejas del huacal.
Luego
cubrimos los residuos con una o dos arpillas llenas de hojas secas.
Subimos
el huacal así preparado sobre pequeños soportes (piedras o latas)
y lo ponemos bajo el sol; siendo la idea que la capa de
residuos orgánicos sea delgada y que pueda recibir aire caliente por
debajo; que se deshidraten lenta y parcialmente los residuos y que la
humedad se desaloje como aire húmedo por los costados del huacal.
Si
los residuos orgánicos son muy húmedos y llegan a gotear por debajo
se puede invertir todo el acomodo sobre otro huacal con su respectiva
arpilla; y se vuelve a cubrir con la/s arpilla/s de hojas secas.
Con
este método intentamos emular la degradación natural que
experimenta la materia orgánica en el suelo de un bosque tropical,
sólo que en este caso logramos inyectar un flujo de aire caliente –
el que rebota del concreto asoleado – de abajo hacia arriba.
Se
pueden intentar variaciones como:
a)
cubrir los residuos con un plástico negro en lugar de hacerlo con
arpillas de hojas secas;
b)
hacer la capa de residuos orgánicos más, o menos gruesa;
c)
aumentar, disminuir o eliminar la altura del huacal respecto al
suelo;
d)
encimar varios huacales como en el composteo panóptico (Ver entrada
con ese nombre);
etc.
Y
obviamente, el título de esta entrada es referencia al maestro Eco.
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